lunes, 8 de abril de 2013

Los Virtuosos (parte I)


— Deja los lamentos ni te sientas poca cosa, las virtudes se acrecientan con esfuerzo y cimientan con el tiempo. ¡Goza! —

— Es mi falta de confianza lo que inclina la balanza, el sentirme prescindible para quien yo amo. ¡Increíble! Sin talento y poco aliento ¿cómo pido que se quede aquí a mi lado? Si hasta yo estoy ofuscado.—

— No es un bálsamo si te quiere, el cariño no se muere de la nada. Infundada inseguridad la tuya, ¿pretendes que huya? —

— Es opción. En la vida se compite en cada aspecto y el amor no es la excepción. No busco ser perfecto, sólo afecto y su admiración. —

— Y en parte te doy la razón pero para salir vencedor tienes que apelar al corazón. Así el hedor de tus miedos desaparezca y tu confianza crezca. —

—No puedo olvidar mi prosaica existencia esa que llevo en mi agónica conciencia. Y así ¿que le puedo dar? Primero hay que olvidar —

— No seas tan duro contigo, amigo. —

— No es dureza, es franqueza. Soy un remedo de lo que solía ser y ahora sólo me queda esa necesidad de pertenecer. —

— No crítico tus motivos pero comprende que el dolor es parte del sentirse vivo, sonaré un disco rayado pero deja atrás tu pasado. —

— Al contrario, mi pasado fue bueno y sereno. No sé en que momento me perdí y decidí dejar todo a un lado. —

— Entonces retoma ese camino, enfoca tus esfuerzos y lucha contra lo adverso que te presente el destino. —

— Sin herramientas, ¿cómo se enfrenta? —

— Déjame contarte un cuento que responda tu inquietud, de alguien que en un momento, sentía que no tenía, ni una sola virtud... —


(continuará) 

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