jueves, 9 de agosto de 2012

Quimera

León, cabra, dragón, no busco comprensión.
Cabra, dragón, león, tampoco adulación.
Dragón, león, cabra, basta de tantas palabras
que solo tienen una intención macabra.

Yo sé que me veo al espejo y no reconozco mi propio reflejo.
Un simple delirio de este apabullante idilio
que a veces pierde el sentido de haber existido
como si no valiera la pena todo lo vivido.

Un día de estos me voy a ir a un lugar desconocido,
lejos de una vida que no sea mentira,
donde pueda retomar las esperanzas que he perdido
y sentir que el tiempo aún se estira.

Trataré de seguir adelante con paso constante,
dejaré de escuchar las voces de mi cabeza
que guarda tanta tristeza,
y solo condena de forma abrumante.

Sin decepcionar a quien me quiera,
donde las expectativas sean solo realidad,
y si en algún momento todo se desvaneciera
ya habré aprendido como afrontar la soledad.

Si tan sólo con imaginar que no hay adversidad
en un mundo lleno maldad, las cosas fueran a cambiar,
ya habrían salido de las catacumbas las penas sucumbas
que hay que cargar hasta que nada que pueda agobiar.

Y cuando mi monstruo interno desaparezca
entre las llamas del profundo dolor producido,
espero exista tiempo de encontrar, lo más cercano al amor que he conocido,
un pequeño soplo de ilusión que no creo que merezca.

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