jueves, 30 de agosto de 2012

Toda pregunta tiene respuesta


Toda pregunta tiene respuesta aunque esta sea un “No sé”... Fue lo primero que pensé.
Y entonces me preguntó: – ¿Por qué decidiste amarlo? –
– Lo mire a los ojos y por un instante pensé que si existiera un aparato para medir los sentimientos, podrían conectarlo a mi corazón y saber lo que siento. Pero no respondí eso, busqué en mi cabeza una serie de adjetivos tratando de ser precisa.
No se inmuto, por el contrario, parecía que mis expresiones verbales no transmitieron el mensaje de forma correcta. Cuestión de percepción quizás. Comencé a frustrarme, traté de cambiar de tema, dejar de ser el tópico central y revirar pero fue infructuoso mi intento, seguíamos hablando de mí, y no solo de esas cosas que se platican, sino también de aquellas por las que gesticulas y gesticulas antes de hilar una idea.
– ¿Cuánto lo quieres? – Preguntó.
  Volví a pensar en el aparato medidor (sería un ingenioso invento) y de pronto me di cuenta que esas cuestiones del amor no pertenecen propiamente al corazón sino a al cerebro. Intente poner en práctica mi lado analítico y ver el trasfondo de mis palabras, sonar más elocuente...
“¿Alguna vez te has sentido atraído por una persona desde el primer instante? Y no me refiero a algo físico, por el contrario, algún tipo de conexión ionizante, como un enlace covalente polar (esa soy yo, comparando la física con el amor). Un sentimiento que perpetúa por años sin que haya nada que lo fomente. Bueno, así me paso y así de mucho lo amo. Lo que haría por estar a su lado tu ya lo conoces de sobra y todas esas peripecias resultan insignificantes por estar con él.”
Por fin parecía que empezaba a comprender o por lo menos por algo sus comisuras labiales se arquearon, para abajo pero lo hicieron; era una señal.
– Estas Enamorada– Argumentó.
– ¡Sí!, pero no lo idealizo. Conozco de sobra sus defectos y las limitaciones que esto conlleva. Las cartas sobre la mesa fueron puestas desde el principio y eso, aunque difícil me ha servido. Si pudiera escoger enamorarme de alguno de los que me quiere no estaría en esta encrucijada, todo sería más  fácil, estaría del otro lado de la moneda, pero no, porque tampoco he sentido jamás algo parecido y vivirlo me esta enseñando muchas cosas.
– ¿Qué piensas hacer al respecto? Todos tenemos un objetivo en la vida, ¿Cuál es el tuyo? – Cuestionó.
– Una larga pregunta… Para un: “No sé” que respondí.
– ¿Cómo visualizas tu futuro? – Insistió.
– No sé qué cara puse cuando me preguntó eso, pero a juzgar de la cuasi carcajada que se reservo, juraría que la expresión en mi rostro no la esperaba en una conversación seria y emotiva. Aunque para ese momento ya empezaba a sentirme en un interrogatorio.
– Me impresiona lo claro que tienes las cosas y el esfuerzo que inviertes sin razón – Remató.
– Me pude haber molestado o sentido ofendida pero hubiera sido una reacción predecible, preferí concederle un poco de razón y decirle: “Quizás”
En ese instante me llego en parte la respuesta a la pregunta anterior… No sé qué será de mí, mañana ni en 10 años. No sé si dios me de vida para algún día llegar a ver esto con un nostálgico recuerdo; solo sé que con casi ¼ de siglo de vida conocí el significado del amor, ese que no creía que existiera, que se te mete hasta las entrañas y te tatúa el alma de forma única e irrepetible en la vida. Quizás no tuve la suerte que me correspondieran pero estoy tranquila porque de mi parte daré todo mi cariño y el día que mi rumbo tenga que cambiar, lo haré satisfecha.
Dicen que cuando pides un consejo es porque ya sabes lo que tienes que hacer. Este es mi caso.

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