viernes, 15 de febrero de 2013

¿En qué momento?


Sentada sobre la banqueta casi desapercibida por mi alrededor observaba a las personas pasar, muchos con prisa, otros sonriendo o bien, cabizbajos; solos o acompañados, pero todos con la mirada decidida sabiendo a donde se dirigían.

Les envidié eso. Eso que yo no tengo y no sé en que momento perdí, la pasión por las pequeñas cosas en la vida, la capacidad de disfrutar de cada momento, aprender a saborear las alegrías y también las tristezas; sentirme cómoda rodeada de personas y deleitar la propia soledad.

Cuando no tienes un motivo, una razón que te incentive a levantarte cada día, resulta una labor titánica mantener el ritmo. ¡Nada importa lo suficiente!. Todo carece de emoción y lo poco que cautiva mi atención se desvanece en un abrir y cerrar de ojos. Las obligaciones se convierten en acciones mecánicas y meramente sinérgicas.

"Afrontar los fantasmas del pasado es más fácil si no tienes alma" porque no hay dolor ni miedo y sin nada que sentir, ¿qué es de nosotros?. Solo quedan vestigios de lo que solíamos ser.

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