Sentada
sobre la banqueta casi desapercibida por mi alrededor observaba a las personas
pasar, muchos con prisa, otros sonriendo o bien, cabizbajos; solos o
acompañados, pero todos con la mirada decidida sabiendo a donde se dirigían.
Les envidié eso. Eso que yo no tengo y no sé en que momento perdí, la pasión por las
pequeñas cosas en la vida, la capacidad de disfrutar de cada momento, aprender
a saborear las alegrías y también las tristezas; sentirme cómoda rodeada de
personas y deleitar la propia soledad.
Cuando
no tienes un motivo, una razón que te incentive a levantarte cada día, resulta
una labor titánica mantener el ritmo. ¡Nada importa lo suficiente!. Todo carece de emoción y lo poco que
cautiva mi atención se desvanece en un abrir y cerrar de ojos. Las obligaciones
se convierten en acciones mecánicas y meramente sinérgicas.
"Afrontar los fantasmas del pasado es más fácil si no tienes alma" porque no hay dolor ni miedo y sin nada que sentir, ¿qué es de nosotros?. Solo quedan vestigios de lo que solíamos ser.
"Afrontar los fantasmas del pasado es más fácil si no tienes alma" porque no hay dolor ni miedo y sin nada que sentir, ¿qué es de nosotros?. Solo quedan vestigios de lo que solíamos ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario