domingo, 17 de febrero de 2013

Fe®


Cada vez que alguien me dice que tenga Fe en algo, me dan ganas de revirarle con un soliloquio referente a ello, después pienso que solo me quieren alentar y me guardo las palabras.

En lo personal considero a la Fe® como un producto, por cierto, el más imperceptible de todos los que podemos encontrar en el extenso mercado que nos ofrecen allá afuera. Y como producto, se vende mediante diferentes estrategias de mercadotecnia, se trata y a logrado con éxito hacerla una marca, de ponerle la ® al final de la sílaba.

Una pequeña palabra que abarca una infinidad de ámbitos. La Fe® en una ideología, la Fe® en un artículo transnacional, la Fe® en la ciencia, la Fe® en tu equipo de fútbol, la Fe® en las instituciones, la Fe® en un país…

Y la más comercializada con la bandera de muchos embajadores, como quieran llamarles: Buda, Cristo, Jehova, Yaveh, Alah, Shivá y el que me falte; la Fe® en la religión. Que al final de cuentas nos venden lo mismo con diferentes “slogans”, caras y logotipos.

Sin embargo, en un mundo álgido, menesteroso, con la necesidad de creer en algo, tal parece que la Fe® se ha convertido en una mercancía de gran demanda.

Pero cuando la Fe® hace metástasis, sí, como un cáncer; se convierte en una enfermedad llamada fanatismo, cuyos síntomas se manifiestan con insultos, intolerancia, ignorancia, estampidos, guerras, agravios, calumnias y mentiras.

La Fe®, ese consuelo y esperanza de muchos, aunque tormento y castigo otros tantos. Ojalá sus consecuencias fueran tan invisibles como la necesidad que la origina.

Habrá que tener Fe® en que así sea.

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