Tal
vez sea a causa de eso, un recuerdo que tengo guardado en una vitrina
metafórica aislada del paso de los años para que no se empolve ni se dañe que,
evito y postergo contactar a quien alguna vez y por más de 12 años fuera una
especie de obsesión idílica. A quien en 1999 y siendo unos niños (porque a esa
edad eso se es, aunque no se quiera reconocer) le diera al compás de I’m Blue
de Eiffel 65 un beso a escasos metros de la secundaria donde estudiábamos. El
primero del cual ahora, una vida después todavía me causa risa el recordar tan
chusco y penoso acontecimiento.
Entrados
ahora en la época de las redes sociales y con la herramienta de husmear en las
vidas de las personas con tan solo ir saltando de ventana en ventana, clic a
clic. Sé que ha hecho de su vida y viceversa porque si no, no estuviera aquí
redactando esta entrada. Al ahora padre de 2 lindos bebés, lo cual no me extraña
pero me sorprende que a tan corta edad ya lo sea, (pero bueno, ese es un tema
que otro día retomaré, como viviendo el pleno siglo XXI pareciera que los usos
y costumbres por la reproducción y vida conyugal dieran un paso hacia el pasado)
le agradezco su amistad virtual y espero en un futuro no muy lejano saludar a él
y su ahora ya muy grande familia.
El
tiempo se va volando y como un tornado que gira se lleva con el gran parte de
nuestros recuerdos y añoranzas de la infancia. ¿Cuántas personas han desfilado en nuestras vidas a lo largo del tiempo que llevamos en este planeta? ¿A quiénes recordamos y qué otros lo haran?
Me
veo a mi misma y ni en el más guajiro de los sueños imagino que será de mi en otros
10 años, claro si dios me da vida. Espero para ese entonces ya haber disipado tantas interrogantes...
Nota mental: Prestar más atención a la correspondencia.
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