domingo, 27 de mayo de 2012

Nomeolvides


¿Qué pasaría si el día de mañana despertáramos sin recordar nuestras propias vidas? Si de la memoria desapareciera intempestivamente cierto periodo de tiempo, olvidándonos por ello de todo las personas y anécdotas recabadas en ese lapso.

Hoy ví una de las pocas películas Cursis, de esas que acostumbro a ver, que NO me hizo sentir que entraba en un coma diabético. “The Vowo bien “Votos de amor”. Algo más cercano a la realidad, inspirada en una “historia verdadera” claro con el distintivo toque Hollywoodero para hacerme chillar como dios manda. Pero mínimo con una trama agria como la vida misma y con un final que deja a la imaginación propia el desenlace de la historia.

No voy a contar la película porque no se trata de hacer una sinopsis, si no de urdir un análisis del mensaje que endosa esta cinta.

Partiendo de la premisa que, cada uno somos la suma de todos los momentos y personas que hemos conocido, concluyo que parte de nuestra idiosincrasia se va modelando y delineando con base en las experiencias personales.

Quizás un momento de impacto cuyo potencial de cambio tenga consecuencias mucho más allá de las que podemos predecir, marque parte de nuestra existencia. Otros tal vez no experimentemos algo tan diáfano en toda la vida; pero es parte del Arte abstracto del vivir el pensar y creer que allá afuera habrá alguien que perpetúe nuestro ser.

Acordar en discrepar. Y en eso concuerdo con uno de los argumentos, al igual que  resulta provechoso el hablar cuando se necesite y compartir el silencio cuando haga falta. Tener la paciencia que el amor exige puede parecer una tarea catatónica pero cada paso bien cimentado labrara con cincel lo que somos.

Leyenda del Nomeolvides... Nació así: Cuando Dios creó el mundo, dio nombre y color a todas las flores, no obstante una pequeña florecilla le suplicaba: ¡No me olvides!, ¡No me olvides!, pero como su voz era tan fina, Dios no alcanzaba a oírla, una vez que el creador finalizó toda su obra, pudo percatarse de esa pequeña voz, más ya todos los nombres estaban dados, así que Dios le dijo: "No tengo nombre para ti, pero te llamaras "no me olvides". Y por colores te daré el azul del cielo y el rojo de la sangre". Además le dijo que serviría para acompañar a los muertos y para consolar a los vivos.

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